¿Por qué permitimos y esperamos fomentar el error en la sala de clases?
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"La mentalidad que puede cambiar la vida de un niño".
Carol Dweck, psicóloga e investigadora
Para responder a esta pregunta les invitamos a leer el siguiente artículo:
Equivocarse crearía nuevas neuronas en el cerebro
LA MARAVILLA DEL ERROR
El error es bueno y mejor aún en los procesos de aprendizaje, sostienen dos académicas de Stanford. La experta en educación matemática, Jo Boaler, y la psicóloga y autora Carol Dweck revolucionan con su nueva mirada el éxito a nivel escolar.
Por María Cristina Jurado
Revista Ya
La inglesa Jo Boaler, experta en educación matemática en la Universidad de Stanford y ganadora del premio de Excelencia de la Fundación Marie Curie en 2007, ilustra su cruzada con ejemplos.
El más llamativo es el de los choferes de taxi londinenses. Lo explica Boaler en artículos y charlas junto a su visión de un cerebro (…) dúctil.
El cerebro tiene plasticidad, puede cambiar__ y crear__ durante toda la vida. Es así cada vez que aprendemos algo: ese aprendizaje provoca el nacimiento de nuevas neuronas que se interconectan. Una investigación científica lo comprobó en un estudio con conductores de Londres. Los investigadores descubrieron que estos absorbían un caudal enorme de información para obtener su certificación. Nada menos que 320 rutas, 25 mil calles y 20 mil puntos de interés, en un periodo entre uno y cuatro años. Se comprobó que, después de su certificación, el hipocampo cerebral de estos choferes había crecido enormemente. Y, al jubilar, volvía a achicarse.
Este y otros ejemplos – como el de una niña, Cameron, que perdió la mitad de su cerero en una operación y que, después de estar semiparalizada, recuperó funciones porque su hemisferio izquierdo hizo nuevas conexiones neuronales – le sirven hoy a esta académica para ilustrar su cruzada basada en evidencia empírica y estudios.
Jo Boaler quiere que profesores, padres y alumnos entiendan que todo el mundo puede y debe aprender matemáticas sin dificultad. Que nadie nace bueno o malo para los números, que no es verdad que existe o no innatamente facilidad para calcular, que lo abstracto de esta disciplina no condiciona la mente. Todos podemos entender, todos podemos aprender, dice ella, independientemente de sexo, etnia, condición social o coeficiente intelectual. Lo único que se necesita es no rendirse frente a la dificultad, perseverar, esforzarse y siempre creer que se llegará a la meta. De tanto entrenar la mente y persistir, se aprende. Y el aprendizaje hace que el cerebro cree nuevas conexiones neuronales: crece su potencia y las matemáticas empiezan a fluir. Porque, en el proceso, ha crecido la inteligencia.
(…)
La doctora en psicología de Stanford, Carol Dweck – quien se doctoró en Yale y ha hecho clases en las universidades de Columbia y Harvard – fue quien revolucionó, hace nueve años, el mundo de la psicología social con su hallazgo sobre mentalidades abiertas o en crecimiento, y mentalidades cerradas. Sus investigaciones de varios decenios han estado centradas en tres áreas: motivación, personalidad y desarrollo. Si bien como docente y escritora contribuyó en sus universidades desde siempre, fue su libro Mindset, de 2006, el que echó luz sobre nuevas maneras de ver la inteligencia humana aplicada a la educación.
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Yo era una niña perfecta. Siempre fui la top de mi clase y tenía la mejor ortografía, pero nunca quise competir en el campeonato regional. Fui la mejor en otras cosas, pero jamás competí a gran escala. Yo no quería arriesgarme: ya era perfecta. En mi clase, la profesora nos sentaba por orden de coeficiente intelectual. Así crecí.
Carol Dweck, de 69 años, habla con sinceridad desde su charla TED, para intentar explicar por qué y cómo se interesó y casi ha dedicado lo mejor de su carrera de académica al tema de la inteligencia y del aprendizaje. Ella que, de niña pudo haberse considerado como dueña de un paradigmática de mentalidad cerrada, supo y pudo cambiar. Sus hallazgos científicos fueron una de las bases del trabajo reciente de Jo Boaler, quien los aplicó a las matemáticas, pero que pueden extrapolarse a cualquier área del saber humano.
Dice Dweck en su charla:
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Los estudiantes de mentalidad cerrada – “Fixed Mindset” – huyen de las dificultades y del error. Aquellos con Growth Mindset hacen todo lo contrario: saben que las habilidades pueden desarrollarse. Procesan su error y aprenden de él, y mejoran.
Por eso es importante, dicen Dweck y Boaler, que padres y educadores no feliciten a sus niños por su “inteligencia y capacidades innatas, sino por su desempeño.
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Si se felicita a un alumno por el proceso, por su perseverancia, estrategia, esfuerzo y foco, se está formando a un niño resiliente, uno que erró y supo que equivocándose podría mejorar porque la meta está ahí, al alcance de la mano, para todos por igual. Nada está determinado. Cada vez que un niño comete un error y se atreve a salir de zona de confort - por lo tanto, aprende algo nuevo - las neuronas de su cerebro crean nuevas neuronas más fuertes, dice Dweck.
Y cuenta una experiencia educacional marcadora, para ilustrar cómo esta visión puede mejorar los índices de igualdad.
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En nuestro país hay grupos de estudiantes a quienes crónicamente les va mal: por ejemplo, los niños de reservas indígenas. Pero, cuando sus profesores imprimen la Mentalidad Abierta a una sala de clases, se produce la igualdad.
Dweck relata el caso de los niños de una reserva estadounidense que pasaron, en un año, de estar a los pies de una escala de notas a nivel distrital, al primer lugar. “Y esos distritos incluían sectores pudientes de Seattle. Así es que estos pequeños indígenas le ganaron a los chicos de Microsoft”.
Y Jo Boaler recuerda que “Depth, not speed” – profundidad y no rapidez - es lo esencial para aprender. Su mirada echa por tierra la creencia tradicional por la cual los estudiantes de matemáticas no solo deben tener las respuestas correctas en sus ejercicios, sino, además, en tiempo récord. Toda una nueva visión educativa que, desde sitios web, clases online, libros y artículos se difunde desde Stanford.